España. DCP. Color. 169’.
Un célebre actor español, Julio Arenas, desaparece durante el rodaje de una película. Aunque nunca se llega a encontrar su cadáver, la policía concluye que ha sufrido un accidente al borde del mar. Muchos años después, esta suerte de misterio vuelve a la actualidad a raíz de un programa de televisión que pretende evocar la figura del actor, ofreciendo como primicia imágenes de las últimas escenas en que participó, rodadas por el que fue su íntimo amigo, el director Miguel Garay.
"Viaje al pasado de su propia filmografía, pero también al pretérito de un arte que hoy en día recorre caminos muy diferentes, Cerrar los ojos propone dentro de sus imágenes un itinerario inverso y desdoblado a la vez, pues transcurre por el mundo ‘real’ (la historia de Ana en busca de su padre: Julio, el actor desaparecido) y por el mundo de la ‘ficción’ (la historia del señor Levy en busca de su hija, dentro del film inacabado dirigido por Mikel Garay). (…) Viaje impregnado de tristeza y desolación, de desgarro y devastación emocional, de pérdida y de ausencia, la película nos invita finalmente a nosotros también, los espectadores, a cerrar los ojos y a quedarnos a solas con un fotograma en negro y con el sonido de la vibración de la cinta de celuloide al pasar su cola final por la maquinaria de un viejo proyector (sí, la materialidad de ese sonido): invitación insustituible (esto último) a rememorar la ‘experiencia’ real de la proyección en celuloide mientras soñamos a oscuras con recuperar, dentro de nosotros mismos, todo aquello que acaso hemos perdido a lo largo de nuestra vida como espectadores. Y es entonces cuando recordamos, con Antonio Machado y Víctor Erice a la vez: “Entre el vivir y el soñar, hay una tercera cosa. Adivínala”. Es una invitación irrechazable. No se les ocurra desestimarla.” (Carlos F. Heredero)