Año 2041. En un futuro no muy lejano, los seres humanos
viven acompañados de criaturas mecánicas. Álex, un reputado ingeniero
cibernético, regresa a Santa Irene con un encargo de la Facultad de Robótica:
la creación de un niño robot.
“No hay en el cine de ciencia ficción algo así como las tres
leyes de la robótica, de Asimov, a las que Eva, una película de robots
sobre la naturaleza humana (como todas las buenas historias de robots), se
somete implícitamente. Pero si las hubiera, dirían algo así: 1) No utilices los
efectos especiales en vano. 2) No te olvides de las personas, sobre las que al final
versa tu historia. Y 3) La primera ley no debe interferir con la
segunda. Kike Maíllo, el director, ha tenido muy presentes esas tres leyes
no escritas. Tanto como para no dejar en ningún momento que la seducción del
efecto especial (muchos y muy variados, en su efectiva modestia) se
carguen los afectos humanos.” (Salvador Llopart)